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Crónica de un viaje: París, mon amour

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Viajar es maravilloso, despeja la mente de la rutina; viajando se llenan los ojos de paisajes nuevos, el paladar disfruta de diferentes sabores, la memoria del corazón se llena con nuevas vivencias.

Hacer un viaje siempre es apasionante, ya sea que viajes solo, en pareja, con amigos o familia.

Dicen que los viajes se viven tres veces: Cuando los planeas, cuando los realizas y cuando los recuerdas, te invito a que me acompañes a recordar este último viaje que realicé con mis amigas.

 

¿A dónde fui?

Primero, decidí buscar un destino fuera de México, quise aprovechar los días de vacaciones que tenía disponibles en mi trabajo y comencé la búsqueda de un destino interesante. Empecé a cotizar vuelos a Estados Unidos y Canadá, vi los precios y comparé con algunos vuelos a Europa, me di cuenta de que había poca diferencia en el precio de los vuelos y ahí tomé la decisión de visitar la “ciudad Luz”: París París es un destino que a todos puede encantar, ya que tiene muchas características que ni el viajero más exigente podría rechazar. Basándome en esa premisa, le planteé la idea a dos amigas, les envié cotizaciones de los vuelos y ahí fue donde empezó a tomar forma esta aventura tan prometedora. Nos enfrentábamos a un pequeño inconveniente, que era que a una de ellas recientemente se le había vencido su visa americana, por lo que, si nuestro vuelo tenía alguna escala o conexión, no podía ser en Estados Unidos; así que la búsqueda se enfocó en vuelos directos a París o haciendo escala en alguna otra ciudad de la Unión Europea. Finalmente, encontramos el vuelo perfecto: Volaríamos de la ciudad de México a Madrid, nuestra conexión duraría tres horas y media, y posteriormente volaríamos a París, nuestro bello destino. ¡Ah! Y lo mejor: el costo de los boletos, ¡insuperable! El vuelo fue largo, pero sorpresivamente cómodo, la comida y la atención hicieron la diferencia.    

El Hospedaje

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Fotografía del archivo personal de la autora

Las semanas previas al viaje nos dimos a la tarea de buscar cuál sería la mejor opción para hospedarnos y, basándonos en los criterios de costo, practicidad y el poder estar más contacto con la manera de vivir en la ciudad, decidimos hospedarnos en un Airbnb. Tomamos algunas recomendaciones de vloggers que se enfocan en viajes, y escogimos un departamento cercano a una estación de metro. La ventaja que se tiene al visitar ciudades grandes es que generalmente su sistema de transporte público (metro, autobuses, trenes, etc.) es muy amigable con los turistas, y como nosotras teníamos la intención de conocer y recorrer la ciudad de la manera más orgánica posible, movernos en metro era la mejor opción, por lo tanto, tener una estación de metro cercana al departamento que íbamos a rentar era el factor decisivo; nuestro barrio por unos días sería: St. Germain des Près.

 

 

La tecnología a mi favor.

Otra de las cosas que contemplamos los días previos a nuestra llegada a París, fue ¿Cómo podríamos mantener conectados nuestros celulares a internet durante todo el viaje? Hicimos un research de cómo era la oferta de wifi gratuito en lugares públicos de la ciudad, y descubrimos que había muchas señales abiertas, pero, ya que estaríamos en una ciudad con un idioma diferente al nuestro, y que además necesitaríamos consultar mapas del metro, rutas a sitios turísticos, etcétera, quisimos asegurarnos de tener provisto ese servicio, decidimos rentar una especie de “wifi de bolsillo”. Resultaba la opción más práctica, económica y funcional, ya que este aparatito (del tamaño de un Smartphone) te provee señal de internet muy buena, la batería dura al menos 8 horas seguidas y además permite conectarse a 5 distintos teléfonos sin que la calidad del wifi se disminuya. Dentro del departamento donde nos hospedamos había señal de internet, pero, honestamente, uno de los descubrimientos más valiosos como viajeras, fue mywebspot, el proveedor de este servicio, muy eficiente y perfectamente equilibrado en cuanto a costo-beneficio.    

La ciudad del amor

París posee uno de los más bellos clichés que existen: Es la ciudad del amor. En nuestros recorridos veíamos muchas parejas de enamorados disfrutando la ciudad, caminaban de la mano admirando la majestuosa arquitectura parisina, tomándose románticas fotos en cada calle que recorrían. Por la noche, los bistros se llenaban de jóvenes que se reunían para cenar, tomar una copa de vino, platicar y disfrutar de la deliciosa gastronomía francesa. Y algo que también pude observar, es que la ciudad es muy amigable para viajar con niños; casi toda la ciudad, o al menos todas las zonas turísticas que pudimos conocer, tienen accesibilidad para carriolas, hay rampas y señalizaciones muy claras que procuran el buen tránsito y la seguridad de los peatones, incluso, algo que llamó mi atención fue los dobles semáforos, unos colocados a la altura que estamos acostumbrados a ver en México y otros, colocados a una altura menor, y se colocan así con el fin de que los ciclistas, (que dicho sea de paso, ocupan un gran porcentaje en la ciudad) puedan ver cómodamente el cambio de la luz. Pude observar que en establecimientos comerciales y restaurantes hay cambiadores para bebés en los sanitarios; y si hubiera fila para entrar, le dan preferencia a las mamás con sus hijos pequeños. Otra cosa interesante fue que en el metro se permite el acceso con carriolas, incluso sin necesidad de plegarlas, y para los amantes de viajar con su mascota, también se permite el acceso de estas a los vagones del metro, la mascota debe ir en su transportadora si están viajando dentro del vagón y al salir del vagón y recorrer el anden hacia la salida o algún transbordo en la línea, la mascota puede caminar asegurada con su correa, ¡eso me pareció genial!  

paris 2Fotografía del archivo personal de la autora

 

Los días se pasaron volando

Como era de esperarse, quisimos visitar todos los sitios importantes de París; nuestro viaje duraría 7 días y teníamos que sacarle el mayor provecho posible. El alojamiento era en el barrio de St. Germain des Près, por lo que nos quedaba muy cerca el museo de Louvre. Nuestro primer recorrido fue en el jardín de Tullerías, el cual es la conexión entre el museo de Louvre y los campos elíseos. Es un jardín público muy bonito, puedes sentarte alrededor de las fuentes, comer una crepa, tomar un café y disfrutar el paisaje. El arco del triunfo fue la siguiente visita, decidimos caminar sobre campos elíseos para recorrer cuadra a cuadra, desde la plaza de la concordia, pasando por el obelisco, hasta llegar al famoso arco que representa las victorias del ejército francés bajo las órdenes de Napoleón, es una experiencia realmente memorable. En la lista de lugares reglamentarios estaba, por supuesto, la torre Eiffel; es impactante llegar a ella y ver lo enorme que es, claro que tuvimos que hacer una larga fila para poder subir. La vista de la ciudad desde arriba es impresionante, pero las mejores fotos de recuerdo las debes tomar desde la plaza del trocadero, justo afuera del Palacio de Chaillot, desde ahí la dama de hierro luce completa y hermosa. El museo de Louvre, la visita al ala Denón y poder conocer la pintura de la Mona Lisa fueron también de las cosas más valiosas que pudimos disfrutar en este viaje.   paris 3

Fotografía del archivo personal de la autora

 
El resto de los días los dedicamos a conocer otros sitios como la basílica del Sagrado Corazón de Montmartre; es una edificación hermosa y además, desde la colina donde se ubica, hay una vista adorable de París. El cementerio de Montparnasse, donde se encuentra la tumba del general Porfirio Díaz Mori, también fue una visita que quisimos hacer. Hicimos también muchos recorridos en metro, múltiples paseos por el hermoso barrio de St. Germain des Près, visitamos el Museo de Orsay. En este viaje pudimos llenar nuestros ojos de muchísimos sitios valiosos, culturalmente hablando, y pudimos degustar quesos y vinos, comer las auténticas crepas francesas, deleitarnos con los macarrones de Ladurée; fue una experiencia muy completa. París es una obra de arte viviente, donde, quienes la visitan, quedan encantados con su magia. Soy muy afortunada de poder haber hecho este viaje y, aún más, de compartir estas memorias contigo. ¡Gracias!