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Crónica de un viaje: Londres, el encanto de una ciudad que impresiona a cualquiera

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En estos días de encierro, Cousi te ayuda a viajar con la imaginación.


La decisión estaba tomada. Desde hace un par de años mi esposo y yo teníamos ganas de hacer un viaje: ir juntos a Londres. Lo habíamos postergado por trabajo, por mi segundo embarazo y porque no nos animábamos a dejar a nuestra primogénita. Entonces surgió el plan, ¿por qué no ir los cuatro? Mi hija mayor tenía ya 4 años, el bebé uno. Todos nuestros conocidos y gente cercana nos decían que estábamos locos, que un viaje tan lejano no era para ir con niños y mucho menos si eran pequeños. Pero hicimos oídos sordos y nos aventuramos. Debo reconocer que el vuelo me tenía un tanto nerviosa. ¿Cómo lograr que los niños no se desesperaran en 14 horas? Íbamos equipados, cargábamos con libros infantiles, la tablet con sus videos y películas favoritas. No faltaron los libros para colorear, un juego de cartas y el iPod con sus listas. Ya en pleno vuelo, comenzamos a usar todo tipo de cosas para distraerlos, con mi hija de 4 años fue mucho más sencillo: para empezar, había pantallas en cada asiento, así que dormía y veía el televisor, volvía a dormir y veía el televisor. No hubo mayor problema.

"Debo reconocer que el vuelo me tenía un tanto nerviosa. ¿Cómo lograr que los niños no se desesperaran en 14 horas?"


El bebé, no sé si fue por la presión, por la sensación de no estar en casa o porque tuvimos suerte divina, pasó muchas horas dormido. Despertaba y lo entreteníamos con cualquier cosa. Para nada fue la pesadilla que todos pronosticaban. Llegamos a París muy temprano por la mañana. De ahí nos trasladamos a la estación de trenes “Gare du Nord”. Hicimos poco más de dos horas para llegar a la capital del Reino Unido.   5098223928_1ec2412b86_c

Imagen cortesía de Victoria Pinto. Todos los derechos reservados. No utilices sin permiso del autor.

 

Una ciudad de glamour

Y valió la pena: mi primera impresión es que me encontraba en un lugar muy distinto a los que había conocido en Europa. Las calles extremadamente limpias (muy por el contrario de lo que me tocó vivir en París fuera de los lugares turísticos), todo en un estricto orden y pequeños kioskos con flores de colores por todas partes. Qué decir del suculento olor a pan hojaldrado. Tan solo de verlo en las vitrinas te hacía derretirte del antojo. Decidimos hospedarnos en el barrio de Muswell Hill en el Roseview Alexandra Palace Hotel, el lugar era de pocas habitaciones, pero bien cuidado, limpio y con estilo. El vecindario, ubicado al norte de Londres, se encuentra en el distrito de Haringey. A media calle se podía tomar el autobús (sí, todos son rojos y de dos pisos), y a dos calles más se encontraba el metro. La arquitectura era de tipo eduardiana. El primer lugar que visitamos fue Piccadilly Circus, una de las zonas más coloridas de la ciudad. Tiene similitudes con Time Square en Nueva York, ya que a su largo se pueden ver anuncios en grandes pantallas digitales sobre la punta de los edificios. También hay teatros, tiendas de todo tipo, incluso una de más de dos pisos dedicada a Lego. Destacan en esta zona dos edificios que no se pueden dejar de conocer: el London Pavilion y el Criterion Theatre. Fue clave llevar para el viaje dos carriolas, así en cuanto alguno de los dos niños se cansaba de caminar, con esto se solucionaba. Ayudaron además a hacer los trayectos más fáciles. Debo decir que el transporte público de Londres es excepcional.

"Desde que llegas sabes que estás en Londres, sus emblemáticas cabinas de teléfono rojas te lo gritan a los cuatro vientos, aunque la mayoría de ellas ya no funcionan."


Todos respetan los lugares asignados para coches de bebés y sillas de ruedas. En el metro, la mayoría de las estaciones que utilizamos, que son las que llevan a lugares turísticos, cuentan con elevador, por lo que viajar con carriolas no fue para nada caótico, por el contrario, resultó bastante cómodo. Desde que llegas sabes que estás en Londres, sus emblemáticas cabinas de teléfono rojas te lo gritan a los cuatro vientos, aunque la mayoría de ellas ya no funcionan.  

La realeza, uno de sus distintivos

Otra de nuestras paradas fue el Palacio de Buckingham. Mi hija estaba encantada viendo a los hombres vestidos con su peculiar y tradicional vestimenta militar. Eso la mantuvo entretenida por un buen rato.   28284_406324996610_6019082_n

Imagen cortesía de Victoria Pinto. Todos los derechos reservados. No utilices sin permiso del autor.

En la ciudad londinense se siente una fiebre especial por la reina Elizabeth y sus cercanos. Las tiendas de souvernirs ofrecen no solo cajas de té inglés, sino todo tipo de objetos con la bandera del Reino Unido; plumas, libretas, máscaras y ropa con las caras de la familia real. Los duques de Cambridge y los de Sussex gozan de especial popularidad. La desilusión que nos llevamos, tengo que aceptarlo, fue al visitar al gran “Big Ben”. Semanas previas al viaje habíamos saturado a nuestros hijos con fotos del famoso reloj. Todos esperábamos verlo con ansias, sin embargo, se encontraba en remodelación, por lo que no pudimos ver nada de la torre, solo el área de las manecillas.

"...la Abadía de Westminster, que destaca por su estilo gótico, el “London Eye” y el “Big Ben” se encuentran en la zona de Westminster, por lo puedes visitar los tres en un solo recorrido y caminando."


El “London Eye” fue otro de los atractivos que no nos podíamos perder. Tomar el recorrido dura alrededor de 30 minutos. La rueda está formada por 32 cápsulas y lo que más me impresionó fue que en cada una caben 25 personas. A cambio de 38 libras por adulto y 33 libras por niño, pudimos disfrutar de la panorámica de la ciudad. Algo curioso es que la Abadía de Westminster, que destaca por su estilo gótico, el “London Eye” y el “Big Ben” se encuentran en la zona de Westminster, por lo puedes visitar los tres en un solo recorrido y caminando.   4943364138_f0c346eba8_c

Imagen cortesía de Victoria Pinto. Todos los derechos reservados. No utilices sin permiso del autor.

Otro de los días lo dedicamos a visitar la Torre de Londres, aunque decidimos no entrar al museo, pues pensamos que algo histórico sería sumamente aburrido para los niños. Pero en sus alrededores se puede oír tocar a una tradicional banda militar, lo que resulta ser un llamativo espectáculo. Además, la tienda de la Torre tiene cosas muy curiosas, como disfraces de reyes para niños, jabones en forma de soldado, joyería real de imitación, por mencionar algunas de las que más me llamaron la atención. A unos pasos de la Torre se encuentra el “Tower Bridge”. No te lo puedes perder, la vista es hermosa.  

Tiempo para jugar en la gran ciudad

Si viajas con niños hay algo que definitivamente les encantará: el Diana Memorial Playground, ubicado en los jardines del Palacio de Kensington. Son varias áreas que cuentan con juegos de madera para niños. Hay desde un barco pirata de tamaño natural, hasta resbaladillas, puentes colgantes, arenero y casas al estilo apache. Sin duda el lugar perfecto para que te tomes un descanso mientras los niños corren de un lado para otro. En el lugar hay bancas en las que puedes sentarte a tomar el aire y a comer algún snack. La entrada es gratuita.  

La ruta de Julia Roberts y Hugh Grant

Para una amante de las películas románticas de Julia Roberts, visitar el glamuroso barrio de Notting Hill resultaba emocionante. Y no nos decepcionamos, es mucho más bonito de lo que se ve en pantalla: casas coloridas con pisos subterráneos, entradas angostas. El lujo y el buen gusto se ve en cada paso que das. Eso sí, en esta zona son comunes los jardines privados, tal como el que aparece en la película. De hecho, lo encontramos, pero el paso está cerrado. A unas calles de ahí, descubrimos el Camden market. Había puestos con ropa, comida y accesorios hechos a mano. El tema era dedicado a España, por lo que la paella no faltó en este evento cultural y gastronómico.

"Cabe decir que la idea de que Londres es una ciudad muy cara es totalmente cierta."


También le dedicamos un tiempo a la calle Oxford, en la cual sobran las tiendas. En una especial perdimos horas y horas: Primark, de origen inglés y en cuyo edificio de tres pisos encuentras ropa, zapatos y accesorios con llamativas ofertas. Cabe decir que la idea de que Londres es una ciudad muy cara es totalmente cierta. Tan solo un trayecto en transporte público costaba, en ese momento, entre 5 y 6 libras (entre 120 y 145 pesos mexicanos). Aunque el hotel incluía desayuno buffet, las comidas en la ciudad no suelen ser económicas. Y es que en Londres no encontramos lugares baratos para comer, así que el presupuesto destinado por comida por persona era de 50 libras por persona (unos 1,200 pesos). Pero como dicen, el que convierte no se divierte, así que si ya estás ahí, es mejor disfrutar y no estar pensando en conversiones (al menos no todo el tiempo).  

Sus platillos

Dentro de su comida típica destaca el famoso “Fish and Chips” y es tal cual, pescado frito (como los dedos de pescado) con papas y suelen acompañarlo de arroz o verduras. Es el platillo más común que ofrecen hasta en los bares. No hay una mejor manera de comer como un verdadero inglés. Como íbamos en familia, no quisimos aventurarnos mucho al probar platillos extraños, así que nos fuimos a la segura, comíamos en restaurantes italianos, un corte de carne, que es lo que ellos llaman el asado inglés, y empanadas, que son típicas también. Los postres suelen ser muy variados: natillas, tarta de manzana y los “fairy cake” (pastel de hadas) fueron de nuestros favoritos.  

En la tierra de Mary Poppins

Pero sin duda lo más inolvidable de este viaje fue cumplir el sueño de una pequeña fan de Mary Poppins. Visitar la icónica casa de ladrillo rojo y puerta verde en el barrio de Chelsea que aparece en la secuela nos dejó emocionados. Completamos este tour, que hicimos por cuenta propia, con la visita a la casa del Almirante Boom, en forma de barco, que se encuentra en el distrito de Camden, en Admiral’s Walk. No cabe duda de que la magia de la famosa niñera nos contagió a todos y ver la carita sonriente de mi hija de cuatro años, incrédula y, llena de ilusión por estar en el país de la mismísima Mary, hizo que todo el cansancio valiera la pena.

"Pero sin duda lo más inolvidable de este viaje fue cumplir el sueño de una pequeña fan de Mary Poppins. Visitar la icónica casa de ladrillo rojo y puerta verde en el barrio de Chelsea que aparece en la secuela nos dejó emocionados."


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Imagen cortesía de Victoria Pinto. Todos los derechos reservados. No utilices sin permiso del autor.

Así, luego de 6 días en la atrapante ciudad, tomamos de vuelta el tren que nos llevaría a nuestro siguiente destino: París, la capital del amor, pero esa es otra historia.