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Lo mejor y lo peor de vivir en la Ciudad de México

Lo mejor y lo peor de vivir en la Ciudad de México

Hermosa, cosmopolita, contaminada, compleja, enorme, diversa, antigua, moderna… ÚNICA, la Ciudad de México es una de las grandes capitales del mundo y es el hogar de los Chilangos, los tacos y los IMECAS. La Ciudad de México es el ombligo del mundo. Al menos lo era cuando el imperio Mexica dominaba la región y el mundo conocido llegaba más o menos hasta panamá hasta la llegada de los españoles, y con ellos una incalculable riqueza en cultura y tradición, que se fundió con la de los pueblos originarios de la región para darle forma al carácter e identidad a la urbe, probablemente la más importante en toda América Latina. Su belleza es indiscutible, y aunque algunos elementos individuales podrían debatirse acaloradamente, nuestra querida CDMX ha venido seduciendo corazones desde su infancia más tierna. Hernán Cortéz, Leonora Carrington, Leon Trotsky, Edward James, Gabriel García Márquez ¡incluso nuestra icónica Chavela Vargas (que nació en Costa Rica)! Todos profesaban un profundo amor por México y su ciudad capital. Y no es para menos, pero no todo es miel sobre hojuelas. Al ser una ciudad tan grande, 9,560 kilómetros cuadrados incluyendo a la “zona conurbana”, nuestra capital enfrenta retos y realidades complejos en la misma proporción. Un flujo constante de inmigrantes busca todos los días sumarse a la población chilanga que supera los 22 millones, y ni hablar de la población flotante de migrantes que pasan por aquí desde centro y Sudamérica en busca del sueño americano, sumando presión a la dinámica en la ciudad. Vivir en esta fantástica ciudad tiene sus contrastes y he clasificado algunos en dos listas con lo mejor y lo peor de vivir en la Ciudad de México, ¿quieres conocerlas?

Lo peor

Inseguridad. La ciudad es tan segura como casi cualquier otra en la región, y es muy comparable a los niveles de seguridad que se ven en otras partes del mundo, pero el problema es real, y la economía a la baja la recrudece un poco más. Claro que puedes salir a la calle, pero es importante mantenerse alerta y evitar zonas de riesgo para no vivir un mal episodio, en particular si eres mujer, quienes tristemente enfrentan más riesgo. Contaminación. Ya lo mencionaba desde el principio, además de los chilangos, aquí viven los IMECAS, los puntos del índice metropolitano que nos indican la calidad del aire en la ciudad. Vivimos en un caldero de montes, cerros y volcanes que en la década de los 80 se convirtió en olla de presión gracias a los famosos gases de invernadero. Las acciones del gobierno y el famoso programa “Hoy No Circula” ayudaron a reducir la toxicidad del aire a niveles respirables, si bien hoy día tenemos que lidiar con la infame verificación vehicular y el descanso obligatorio de vehículos con cierta antigüedad, y, en casos extremos, de la mitad de los autos en la ciudad. Basura. Si preguntas a la ciudad probablemente lo negarán, pero desde hace varias administraciones se reconoce que la cantidad de basura que producimos ha rebasado hace años la capacidad de tiraderos, depósitos y demás instalaciones sanitarias para disponer con propiedad y oportunidad de las 13 mil toneladas de desperdicio que desechamos cada día. Si no hacemos algo pronto, el problema nos dará en la cara. Inundaciones. Sí, cada nueva administración nos dará discursos interminables sobre todos los esfuerzos de infraestructura en los que han incurrido para, por fin, remediar y evitar de una vez por todas las inundaciones que suelen aquejar ciertas partes de la ciudad. Claro, hasta que vuelve a llover. El sistema de drenaje de la Ciudad de México necesita una buena renovación estructural de fondo como la recibió el Cutzamala de agua potable hace algunas décadas. Hasta entonces, atención al meteorológico y evita las zonas que suelen inundarse; en caso de duda, pregúntale a Waze. Sobrepoblación. 22 millones de vecinos son una comunidad monumental, que crece año con año sin descanso. El problema se agudiza cuando la mayoría se encuentra debajo de la línea de bienestar más elemental, lo que obliga a todos en el núcleo familiar a buscar ingresos, y eso provoca papás ausentes y chicos que se crían en la calle. Y la calle es mal papá. Agrega un sistema educativo infestado de problemas y tenemos un precioso caldo de cultivo para los problemas, y un tejido social haciendo hoyos. No queda más que poner el granito de arena y tratar con respeto y consideración a los demás ¿no lo crees?. Transporte. El tiempo y la distancia aquí son tan relativos como los agujeros de gusano de Einstein. Sal de casa 15 min después de tu hora habitual y es probable que enfrentes un caos vial completamente diferente. Un tramo de ruta de algunos metros puede tomarte una hora si hay manifestación. De nuevo, pregúntale a Waze. Manifestaciones. En la capital de las marchas donde el derecho a secuestrar la vida en la capital por cualquier tema trivial o trascendental en cualquier rincón del país, tenemos un calendario de las movilizaciones programadas y un mapa con las rutas que pretenden violentar. Curioso, ¿cierto? No sirve de mucho cuando ya estás atrapado en mitad de una marcha, pero, si estás por salir o tienes una cita importante, toma precaución, revisa las noticias del día, y de nuevo, pregúntale a Waze.

Lo mejor

¡COMIDA! La comida mexicana es un patrimonio intangible de toda la humanidad, y en la capital se cocinan algunas de las delicias más tradicionales y reconocidas en el mundo, sin contar con que cada cocina regional tiene alguna representación en la ciudad, en la forma de restaurante, fonda, changarro o puesto de calle. Opciones para comer abundan, desde tacos de pastor, suadero, tripa, carnitas o barbacoa, hasta delicias más sofisticadas como el pozole, los pambazos y las garnachas. Y la oferta en el segmento gourmet crece todos los días, con restaurantes de clase mundial abriendo puertas cada semana. Por comida no paramos. Paisaje, bosques y áreas públicas. Lo más valioso de la vida suele ser lo más sencillo, como la increíble vista de los volcanes y nuestro hermoso parque central de Chapultepec, con zoológico, jardín botánico, zona de juegos infantiles en 686 hectáreas de bosque en mitad de la ciudad, casi el doble de Central Park. Y a éste se suman los cientos de jardines y parques locales, que dan a la ciudad un follaje para resguardarse del sol y disfrutar de la ciudad. Incluso podrías encontrarte un organillero si tienes suerte. Cultura. En este rubro somos capital mundial, con una oferta infinita de festivales, eventos y espectáculos de categoría internacional, que se complementa con la interminable lista de museos, sitios arqueológicos, locaciones históricas, bibliotecas públicas como la José Vasconcelos, y un catálogo inabarcable de arte y arquitectura para el que no basta una vida. Trivia: ¿cuántos murales puedes nombrar? Transporte. Lo sé, si vives aquí quejarse del transporte es casi un deporte local, pero la realidad es que la red de transporte colectivo que conocemos como Metro, a la que ya se suma una extensa red de autobuses en carriles confinados que llamamos Metrobuses, extienden la movilidad urbana a una enorme parte de la ciudad a costos realmente accesibles. Con un sólo cargo, que ahora se hace convenientemente en una tarjeta electrónica, puedes viajar de un lado a otro de la ciudad en cualquier dirección. No es perfecto, es verdad, pero definitivamente es un servicio de valor. Ubicación. ¿Recuerdan lo del ombligo del mundo? La Ciudad de México se encuentra en la ruta de todo el intercambio global y regional, a medio camino entre Asia y Europa, América del Norte y del Sur, África y Asia, Oceanía y Europa. Cientos de industrias y marcas globales tienen alguna oficina aquí, y para muchos de ellos somos la puerta de acceso tanto a América del Norte como a América del Sur. Nacionalidades de cualquier rincón del mundo conviven y se van de juerga aquí, aprovechando la apertura y diversidad que la ciudad permite disfrutar. Diversión. Pregunta a cualquiera en el mundo, si algo distingue a la Ciudad de México es su extraordinaria disposición para la fiesta sin fin. Desde Garibaldi hasta la Zona Rosa, Condesa y Roma, sin dejar de lado el centro de la ciudad, y los miles de restaurantes, bares y centros de espectáculos y discotecas (casi todos mal llamados “antros”) en los que puedes seguir la fiesta sin parar. Solo cuidado, recuerda que también somos la capital del alcoholímetro y el famoso “torito”, así que sin excesos y con responsabilidad. Cada persona es un mundo, y cada ciudad un universo; la Ciudad de México es toda una constelación, un gigantesco caldero de oportunidades, amenidades, sorpresas y retos que hacen de nuestra chilanga vida algo más interesante. Codo a codo con millones de personas que como tú y yo, disfrutan su pedacito de ciudad y atesoran en sus rincones momentos y recuerdos que ninguna otra ciudad les habría podido dar.

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