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¿Qué significa ser Chilango?

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Hay muchísimas cosas que nos relacionan como habitantes de la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo y la más grande en América Latina, la más antigua habitada continuamente (existe como centro urbano desde 1350) en todo el hemisferio occidental, y la duodécima ciudad más grande del mundo, pero hay una palabra que nos hermana en particular:

CHILANGO

Originalmente utilizado para ofendernos, hoy es un gentilicio que nos enorgullece y representa a los que nacimos aquí o nos allegamos aquí, porque chilango no es el que nació en la Ciudad de México, sino el que se identifica con ella y la hace su hogar por elección propia; quien conociéndola con todos sus defectos y virtudes, entendiéndola por todo lo que es y lo que no, decide quedarse aquí, echar raíces y convertirse, por decisión, en Chilango, “hecho y derecho”. Pero ¿qué te hace chilango? Si preguntas a los filólogos e historiadores, no encontrarás consenso. Wikipedia cita a Darío Rubio y a sus Estudios Lexicológicos, La anarquía del lenguaje en la América Española, como la primera referencia al término, allá por 1925. A partir de ahí hay cientos de especulaciones. Que si el término es una derivación de dos palabras en Náhuatl o una variante de un término jarocho o un término popular arraigado por el uso, nadie lo sabe; en lo que todos parecen estar de acuerdo es que, en un principio, y todavía hoy en algún contexto, se utilizaría para hablar de los que habitamos la capital de la República Mexicana en malos términos, como una forma peyorativa. La realidad es que hoy el término se refiere a los que vivimos en la Ciudad de México y la famosa “zona conurbana”, a veces, muy a su pesar; quienes viven en esos fragmentos del inmenso Estado de México que colindan y que hoy son increíblemente difíciles de discriminar de lo que fuera el Distrito Federal, son entendidos como chilangos, lo quieran ellos o no. Que si la palabra se ocupa para ofendernos, reconocernos o celebrarnos, depende enteramente del contexto, y de la “mala leche” o “buena onda” de quien la utiliza. Pero también la usamos para adoptar a esos extranjeros que decidieron quedarse a vivir aquí. Con ella le damos oficialmente la ciudadanía cultural y moral a esos amigos, vecinos, colegas e incluso extraños que, viniendo de otro lugar, se asentaron aquí y adoptaron nuestras costumbres y nuestro (muy particular) ESTILO DE VIDA: “¡Usté es chilango!” ¿Cuáles son esos rasgos que nos hacen tan fáciles de reconocer fuera de la CDMX?, algunos que se me vienen a la mente son de orden muy diverso, pero todos, eso sí, muy nuestros:  

    1. Gastronomía

El chilango es glotón y eso lo define de muchas maneras, incluso en ocasiones lo confronta con el resto de los mexicanos. ¿Quieren ejemplos?:  

La famosa “Guajolota”

Si es harina de trigo abrazando más harina de maíz, no lo discutiré, lo que sí sé es que ya sea de verde, mole o rajas, con bolillo o telera, la torta de tamal es una tradición chilanga largamente celebrada cada mañana en casi todas las esquinas de la ciudad, y probablemente sea uno de los alimentos que la hacen caminar.  

Las quesadillas de todo, hasta de queso

Una de las discusiones nacionales más arraigadas en la actualidad es si una quesadilla es una tortilla de maíz rellena de algo, tenga queso o no.  

Los “taquitos” de pastor

Tacos hay por todo lo ancho y alto de la República de los Estados Unidos Mexicanos, pero los tacos al pastor, esos de carne de cerdo adobada engarzada en trompo, nacieron aquí, y nos representan a todo lo largo y ancho del país. No son de origen nacional, pero como muchos chilangos aquí, tomaron otro carácter y se hicieron parte de nuestra ciudad. Y en ninguna otra saben realmente igual.   recetas 4-1

       

        2. Cultura

De esa hay mucha en una ciudad tan cosmopolita e internacional, pero ciertos elementos son tan característicos, que nos distinguen en cualquier lugar:  

El sonido que nos hace temblar.

Desde su primera aparición como parte del simulacro del 19 de Septiembre de 2015, los altoparlantes conectados al Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) nos advierten con oportunidad cuando un sismo de gran magnitud se aproxima a la Ciudad de México, y nos permiten ponernos a salvo con tiempo. Cualquiera que llega a la ciudad a pasar más de unos cuantos meses se familiariza con ella en poco tiempo, ya sea porque lo sacaron de alguna junta para un simulacro o porque terminó en pantuflas (y a veces nada más) en mitad de la calle en mitad de la noche aferrándose con miedo a su celular. El sonido de la alarma está tan arraigado en nuestra cultura, que hay quienes se hacen remixes musicales con ella, y quienes la descargan como tono para su celular.  

Lenguas floridas.

Hay que admitir que entendernos a veces está “cabrón”, porque “güey” no es el marido de la vaca, que puede que no esté bien, pero está “chido”, y aunque hay quien se ofende por no ser “chingón”, todos consentimos en que “puto el que se raje”. Sea como sea, es indiscutible que muchísimos vocablos, expresiones, aforismos, dichos y palabras son tan chilangas como el ángel de la independencia.   campo 3-1  

    3. Geografía

De Reforma a San Juán de Letrán.

Pasando por el anillo periférico, algunas calles, principalmente los ejes viales más importantes, son un referente común que nos permite ubicarnos y dar con un determinado lugar. Antes de UBER y los Google Maps, los chilangos ya nos dábamos a entender distancias y lugares a partir de calles con nombres de próceres desconocidos y fechas de guardar. Quien no sepa dónde están el Paseo de la Reforma, el Eje Central, el Río Churubusco, el Circuito Interior, la avenida de Los Insurgentes, Tacuba o Chapultepec, no nació aquí y aún tiene mucho que aprender.  

De Indios Verdes a Pantitlán.

Sin importar la posición social, chilango que se respete identifica una buena parte de las más de 195 estaciones del sistema de transporte colectivo metropolitano, que llamamos cariñosamente: Metro. Y es que, aún si jamás se han subido en la vida, son un referente geográfico imprescindible que nos permite entender si vives “aquí cerca” o trabajas hasta “casa de la…”  

Percepción Espacio-Temporal.

En una ciudad tan grande, la distancia y el tiempo dependen no sólo del observador y del fenómeno observado (como decía Einstein), sino de la hora y el día de los que estemos hablando; que no es lo mismo ir un lunes de San Ángel a Santa Fe que un domingo por la mañana de Reforma a Ciudad Universitaria. El tiempo que tardes en recorrer una distancia en esta ciudad depende de si lograste salir a tiempo o te tocó el tráfico de la famosa “hora pico”, que cada día se extiende un minuto más, lo que hace completamente relativas las distancias con respecto al tiempo, pues un tramo de “quince minutos”, hace un minuto, puede tomarte una hora después.  
  Al final, ser chilango es una actitud, la reivindicación del orgullo por pertenecer a esta urbe superpoblada, llena de retos, pero también de oportunidades, con muchísimos pormenores, pero aún más amenidades. La que nos vio llegar en la panza de una madre, el asiento de un autobús o las alas de un avión, la que nos acoge y nos hermana; nos hace parte de una misma sociedad que en momentos clave se siente incluso como una familia. Ser chilango es orgullo y actitud, es decir a la cara “Soy chilango, ¿y qué?”.