La vejez es un tema escabroso por muchas razones. En primer lugar, nos gusta pensar que siempre seremos jóvenes y que nunca nos vamos a morir, pero, además, la vejez sin recursos es un miedo típico.
Una cruel, pero necesaria dosis de realidad
Todas las mañanas, cuando voy a trabajar, veo al mismo viejito vendiendo paletas en el semáforo. Me pregunto cómo llegó ahí. Pienso que, si a esa edad trabaja, en su juventud debió trabajar también. Tampoco creo que haya sido adicto o negligente con su salud, por qué no hubiera vivido tanto. No puedo saber si tiene familia, pero me queda claro que depender de otros para subsistir jamás ha sido la mejor estrategia.
En mi oficina trabaja mucha gente mayor. Tenemos la enorme ventaja de no tener una fecha límite; mientras queramos trabajar, podemos hacerlo. A nuestro ritmo y sin presiones. Me encantan algunos de mis “muchachos” de la tercera edad: tienen su pensión y se dan el lujo de llegar a las diez de mañana e irse a la una de tarde. Ganan un dinero extra, se mantienen activos y son muy felices.
Pero no todos pueden darse el lujo de trabajar por gusto. Había un compañero en particular que me encogía el corazón: tenía una nieta de 6 años que dependía al 100% de él. Le iba muy bien, pero trabajaba más que los demás. No voy a mentir, me hubiera gustado que viviera más tranquilo y esto hubiera sido posible con una pensión, pero no tenía.
Los seguros de vida
Los seguros son instrumentos financieros diseñados para protegernos en caso de un imprevisto. Los seguros de vida protegen la vida, la calidad de vida, de la gente que amamos. Por ahí se oye mucho que los seguros de vida son en realidad “seguros de muerte”. Suena espantoso y me parece terriblemente inexacto. Esa mala fama la han ganado por qué todos funcionan igual: si me muero, le pagan un dinero a mis beneficiarios.
Pero, se nos olvida que eso es solo una parte de los seguros de vida. Al igual que en los seguros de carro, donde puedo contratar cobertura “amplia” y “cobertura limitada”, en los seguros de vida puedo contratar seguros que me paguen si me muero, pero también si sobrevivo.
Puede sonar como una locura, pero es así. Hay seguros que me pagan si sobrevivo cierto número de años o si llego a cierta edad. También hay seguros de vida que me pagan si tengo un hijo, si me quedo sin trabajo o si me enfermo… pero esa es otra historia, y como diría Ende, tendrá que ser contada en otra ocasión.
Cómo ya dijimos, los seguros sirven para proteger la calidad de vida de la gente a la que amamos. ¿Y quién es la primera persona a la que debemos amar? A nosotros mismos.
En México todos los seguros de vida del mercado tienen las mismas características:
· Solo se venden con aseguradoras: es decir, que tu seguro del banco también es de una aseguradora. Muy probablemente del mismo grupo financiero. Por ejemplo, Banorte que todos lo conocemos más como banco, también tiene una aseguradora con el mismo nombre.
· El precio depende de: la edad, si eres hombre o mujer (las mujeres somos más baratas por qué tenemos una mayor esperanza de vida) y de si fumas (los fumadores, estadísticamente hablando, viven menos y por lo tanto, son más caros).
· No solo pagan en caso de muerte, pueden pagar en caso de una invalidez (siempre y cuando sea total y permanente) y pueden pagar más si el fallecimiento se da por accidente. Además, pueden llegar a pagar en caso de perder un miembro o de quedar ciego. Obviamente, estos beneficios tienen un costo adicional.
· Permiten ahorrar dentro del mismo seguro (a menos de que sean seguros que solo pagan en caso de accidente o duren solo un año). Pero para revisar este tema necesitamos ponernos nuestro sombrero de actuario durante unos… 6 renglones.
Sombrero de actuario
Entre más grande soy, más probabilidades tengo de fallecer. El seguro a los 20 años me va a salir en 20 pesos, a los 30 en 30 y a los 40 en 40. Pero es injusto, por qué a los 70 el seguro me va a salir en 70, probablemente ya no lo pueda pagar y es cuando más lo voy a necesitar.
Para evitar esto, las compañías me cobran lo mismo cada año: los primeros años me cobran de más y los últimos años me cobran de menos. Lo que me cobran de más se va a una bolsita que se llama “fondo” y sirve para que cuando tenga 70 el seguro me salga en 35 y no en 70.
Ahorrar en un seguro de vida
El fondo del seguro es un ahorro y podemos llevárnoslo cuando queramos. Quién tiene un seguro de vida ya está ahorrando, aunque no se dé cuenta. Digamos que al comprar un seguro de vida estamos matando dos pájaros de un tiro: ahorramos y protegemos a quienes amamos.
El único problema de llevarme el fondo es que el seguro, al quedarse sin dinero, se cancela. Otra opción es llevarnos solo una parte del fondo y dejar otra para que seguro siga pagando en caso de muerte. También hay casos de gente que en lugar de pedirle un préstamo al banco le pide dinero prestado a su propio fondo y se ahorra un dinero en el pago de intereses.
La desventaja de este tipo de ahorro es que el fondo depende de cuánto pague por el seguro y si pago poquito mi fondo será chiquito. Si quiero tener un fondo más grande puedo hacer aportaciones adicionales para que la aseguradora las guarde junto con mi fondo, pero que no afecten el seguro si me las llevo.
Obviamente, el fondo genera intereses, de hecho, hasta hace pocos años había uno que daba el 5% anual en dólares. Cuánto da el seguro dependerá de muchos factores y necesitarás un buen agente que te de la información detallada. Pero no te hagas muchas ilusiones: al ser un seguro y ser muy seguro, las tasas no son muy altas. Recuerden la regla: a menor riesgo, menor rendimiento.
Seguros especiales para ahorrar
Hasta aquí hemos hablado de los seguros de vida en general. Si ya tienes un seguro de vida, ya estás ahorrando. Pero agárrate, por qué hay seguros diseñados específicamente para ahorrar y, aunque son más caros, dan mejores tasas de interés.
De estos seguros hay dos tipos: los que garantizan cuanto voy a recibir al final y los que no.
Seguros garantizados
Han existido desde hace MUCHOS años y son muy sencillos:
· Si me muero dentro del plazo del seguro, me pagan la suma asegurada.
· Si llego al final del plazo del seguro con vida, me pagan la suma asegurada.
La suma asegurada dependerá de cuánto quiera ahorrar. La idea es que mi seguro me de dinero para tener una pensión digna con la ayuda de mi Afore y otros instrumentos de ahorro que tenga. Un buen agente de seguros puede ayudarte a calcular la suma asegurada ideal, pero yo te recomiendo entrar primero a las calculadoras de la CONSAR
[i], así tendrás una idea más clara de cuanto tendrás de pensión solo con tu Afore y podrás darle el dato a tu agente, quién se ayudará para calcular tu suma asegurada ideal.
El plazo de seguro lo decido yo y dependerá de la edad a la que me quiera retirar. Si quiero recibir mi dinero a los 60 años y tengo 30, mi seguro debe ser a 30 años. Si tengo 20 años y me quiero jubilar a los 70, mi seguro será a 50 años. Entre más largo sea el plazo del seguro, más tiempo tendré para ahorrar, y por lo tanto mi seguro será más barato. Por eso, cuanto antes empiece, mejor.
Como dice su nombre, son garantizados. Siempre que se paguen, se pagarán. No depende de la tasa de interés, ni de cuestiones socioeconómicas o políticas. Se pagan sí o sí. Aunque esta certeza los hace muy atractivos, al ser tan seguros no suelen dar rendimientos tan atractivos como sus hermanitos: los seguros no garantizados.
Seguros no garantizados
Son seguros muy modernos y mucho más complejos:
· Si me muero dentro del plazo del seguro, me pagan lo que haya estipulado como suma asegurada para mis beneficiarios.
· Si llego al final del plazo del seguro con vida, me pagan lo que tenga ahorrado en mi fondo.
Hay varios seguros de este tipo en el mercado, pero la mayoría te permiten invertir el fondo del seguro en fondos de inversión. Dependiendo del nivel de riesgo que toleres y tu edad, tu agente te ayudará a determinar cuál es la mejor mezcla de fondos para lograr atractivos intereses.
Estos seguros tienen como principal objetivo ganar dinero, por lo que dejan un poco de lado la protección a la familia. En estos productos es posible dejarles a mis beneficiarios un monto muy pequeño en caso de mi muerte, lo que abarata el costo del seguro y me permite dedicarle más dinero a mi ahorro para el retiro. Así que, si tengo hijos chiquitos, una mamá enferma o alguien que dependa de mi ingreso, probablemente tenga que contratar otro seguro por separado, para dejarlos bien protegidos en caso de faltar.
Su principal ventaja va de la mano con su desventaja: a mayor riesgo, mayor rendimiento. Es decir, que en un mal día puedo llegar a perder dinero, lo que no pasa con los seguros garantizados.
Una nota sobre impuestos
Aunque se ha hablado mucho sobre los seguros de retiro deducibles de impuestos, no todos los seguros son deducibles y los que lo son deben cumplir con reglas muy específicas (edad de contratación, edad de jubilación, intereses ganados, forma de recibir el dinero al final del plazo, año de retiro, etc.).
Aunque suena muy atractivo deducir de impuestos el seguro para mi retiro, hay que buscar a un agente experto en el tema y consultarlo antes con nuestro contador. Además, recuerda que las reglas para deducibilidad y pago de impuestos cambian cada año, es decir, que quizá el seguro que contraté hoy es deducible de impuestos, pero mañana quizá ya no lo sea. O peor, quizá este año lo que reciba al final no pague impuestos, pero el año en que cobre el dinero, sí pagará impuestos.
En general, quién no dedujo el seguro para el retiro pagará menos impuestos al recibir su dinero que quién si lo dedujo. Así que hay que tener cuidado: no a todos se nos acomoda un seguro deducible para el retiro. De hecho, el mío no es deducible.
Es hora de ahorrar
Si quieres un seguro no garantizado, busca a tu agente y pídele un seguro que te de acceso a fondos. Si prefieres uno garantizado pídele un dotal (él te va a entender). Y si quieres ver todas tus opciones, pide ambos. No te vas a arrepentir de tener de donde elegir.
Y no olvides a tu familia. Mi compañerito, el de la nieta de 6 años, falleció el año pasado. Nos dio mucha tristeza y mi primer pensamiento fue para la niña. Pues resulta que ella sigue viviendo con su abuelita y una tía. Viven bien y sin pendientes porque, aunque su abuelito nunca pudo ahorrar para su retiro, sí tenía un seguro de vida que contrató con mucho amor.
Bibliografía
[i] http://www.consar.gob.mx/gobmx/Aplicativo/calculadora/imss/CalculadoraIMSS.aspx